Salir de Bolivia y cruzar la frontera hacia Argentina fue como entrar en un nuevo capítulo de nuestra travesía.

Junto a mis dos amigos chilenos, un par de almas aventureras, nos enfrentamos al cruce en Salvador-Maza, listos para el largo viaje hacia Buenos Aires. La ruta nos llevó por caminos calurosos, pueblos que apenas conocíamos de nombre, y nos regaló experiencias que no habríamos imaginado.

La primera parada significativa fue en Perico. Tras una larga jornada bajo el sol abrasador, llegamos al letrero que nos daba la bienvenida: «Bienvenidos a Perico, tierra de San José». Decidimos acampar allí, buscando un respiro del calor y un poco de sombra. No tardamos en hacer amigos; los locales nos recibieron con una calidez que solo se encuentra en los pequeños pueblos. Esa noche, bajo el cielo estrellado, disfrutamos de un asado espectacular, acompañado de vinos argentinos que dejaban una sonrisa en cada sorbo. La hospitalidad argentina no tardó en manifestarse, y las horas pasaron entre risas y anécdotas.

La ruta nos llamó de nuevo, y con el estómago lleno y el corazón contento, seguimos nuestro viaje. Llegamos a Metán, un punto en el camino que nos recordó lo lejos que aún estábamos de nuestro destino final. Desde allí, Buenos Aires se sentía como un sueño lejano. Sin embargo, nuestros planes dieron un giro inesperado. El destino, caprichoso como siempre, nos llevó hasta Salta, la Linda.

Salta nos recibió con su encanto colonial, sus parques repletos de vida y su cultura vibrante. Nos perdimos en sus calles, descubrimos la comida callejera y probamos los choripanchos, y las autenticas empanadas salteñas, esas delicias que solo se encuentran en los rincones más auténticos. Los días en Salta se convirtieron en una mezcla de encuentros con viajeros de todas partes, noches en hostels donde las historias se cruzaban y visitas al mercado local para saborear la verdadera cocina salteña.

Tras unos días en Salta, el camino nos llevó con rumbo a Chile. Pero la historia no terminó allí. Sabía que volvería a Argentina, esta vez para explorar los confines de la Patagonia.

Ushuaia, el Chaltén y el majestuoso Glaciar Perito Moreno me esperaban. Pero esa es otra historia, para otro día.
Este viaje por el norte de Argentina fue solo el comienzo de una serie de aventuras que, con cada kilómetro, me acercaban más a conocer el alma de este país fascinante.