Portada » Cuentos » Viajar a Yakarta Nuestra Puerta de Entrada a una Travesía Inolvidable

Viajar a Yakarta

La Puerta a Nuestra Gran Travesía

Una ciudad de contrastes, una travesía inesperada y el valor de lo local. Así fue nuestro paso por la capital.

El Viaje por Tierra a la Capital

Decidimos continuar nuestra ruta por Indonesia por tierra, tanto por un tema de costos como por el deseo de seguir inmersos en la energía local. El trayecto en bus de Yogyakarta a Yakarta fue una jornada intensa y larga. El trayecto de unos 500 kilómetros nos tomó alrededor de diez horas. Un viaje intenso, con una conducción más que rápida que mantuvo nuestros corazones acelerados, pero al final llegamos bien. El bus nos dejó cerca de una estación de metro sobre las 4 de la mañana, y aunque tuvimos que esperar una hora para que el servicio de metro comenzara a operar, aprovechamos para resguardarnos y descansar.

Yakarta: El Caos y el Orden de la Ciudad

Para orientarnos en esta inmensa urbe, usamos la aplicación Mitra Darat – Kementerian Perhubungan, que nos fue indispensable. Con nuestra tarjeta de transporte, que habíamos conseguido y utilizado previamente en Bali y Yogyakarta, pudimos recargarla y tomar el metro. El servicio era increíblemente eficiente, limpio y seguro. En solo 20 minutos, llegamos a la estación más cercana a nuestro hospedaje, Kokas Room. Gracias a que habíamos conversado con la anfitriona, pudimos hacer el check-in temprano, dormir unas horas y reponer energías antes de salir a recorrer.

Ya descansados, emprendimos una búsqueda de comida y nos adentramos en las calles de la capital. Notamos de inmediato el contraste con todo lo que habíamos visto. A diferencia de las islas de Bali y Lombok, Yakarta es inmensa y las diferencias sociales son mucho más evidentes. Pasamos sin problemas de los mercados locales a los grandes centros comerciales, una dualidad que se vive en cada rincón.

Fe, Historia y Armonía en la Capital

En nuestro recorrido, nos movimos por la ciudad usando su eficiente red de metro y buses, sin sentir inseguridad en ningún momento. Nuestro plan era visitar los puntos más reconocidos, partiendo del Taman Lapangan Banteng para luego caminar hacia la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Yakarta y la Mezquita Istiqlal. Nos llenó el corazón de alegría ver cómo estos dos templos, uno católico y el otro musulmán —la mezquita más grande del sudeste asiático—, se encontraban uno frente al otro, en total armonía y respeto, demostrando la tolerancia religiosa del país.

Luego nos dirigimos a la Plaza Merdeka para visitar el Monumento Nacional (Monas). Con la intención de subir al mirador, nos encontramos con un desafío: una multitud de gente y un sistema de venta de boletos caótico donde nadie hablaba inglés. Al final, los cupos para la última subida se agotaron y no pudimos entrar. Sin embargo, no fue un día perdido, ya que logramos sumergirnos en la dinámica de la ciudad y entender sus ritmos, visitando también un gran centro comercial en la noche, donde nos sentimos completamente a gusto y seguros.

La Odisea hacia el Puerto de Tanjung Priok

El día de la partida, emprendimos la odisea hacia el puerto de Tanjung Priok. Para llegar, tuvimos que combinar buses y metro, y aunque todo fue bien al inicio, una vez que el transporte público nos dejó, nos perdimos por completo. Ni la misma gente local que preguntábamos parecía saber cómo ayudarnos a encontrar el ferry. Dimos vueltas sin rumbo, hasta que unos vigilantes del puerto nos vieron.

En un gesto de pura generosidad, se ofrecieron a ayudarnos. Uno de ellos nos llevó en su moto, uno a uno, hasta la entrada exacta del embarque, salvándonos del caos. Fue un momento que nos llenó de gratitud y nos recordó la inmensa amabilidad del pueblo indonesio, que siempre busca colaborar, incluso cuando la barrera del idioma parece infranqueable.

Una Vida a Bordo: Nuestro Ferry a Sumatra

Con la intención de seguir la aventura, ya habiamos compramos los boletos para el ferry de la compañía Pelni en una sucursal en Bali con anterioridad. En nuestra confianza, asumimos que el viaje de tres días por mar tendría asientos individuales, como los ferries que habíamos tomado en Chile o Nueva Zelanda. Nos equivocamos.

Al abordar, descubrimos un barco con camarotes de metal pegados unos a otros en una gran sala común, como un alojamiento militar. Éramos prácticamente la única pareja de extranjeros a bordo, y nos convertimos en el centro de atención. La situación fue un punto de inflexión. Para Camila, la realidad fue abrumadora y su primera reacción fue buscar cómo cambiar de clase, pero pronto, en su espíritu aventurero, entendió que estas experiencias son la esencia de viajar: salir de la zona de confort, surfear los desafíos y abrazar lo inesperado.

La inmersión cultural fue total. Desde la mezquita del barco se escuchaban los llamados a la oración cinco veces al día, y los pasajeros acudían con devoción. Para las comidas, nos entregaban un ticket y teníamos que hacer fila en un comedor para recibir nuestra ración. Fue una vivencia muy distinta, pero nos permitió entender el día a día de la gente local. También aprovechamos para salir al exterior, conversar con otros pasajeros y disfrutar del paisaje marítimo.

Una Nochevieja Diferente en el Estrecho de Malaca

Lo más singular de esta travesía Yakarta Sumatra es que pasamos el Fin de Año a bordo. Embarcamos el 30 de diciembre y llegamos a Medan en la mañana del 2 de enero. Nuestra celebración de Nochevieja fue en el Estrecho de Malaca, un concurrido paso marítimo entre Indonesia, Malasia y Singapur.

A la medianoche, mientras navegábamos frente a la costa de Singapur, el barco comenzó a sonar sus bocinas y vimos el cielo de la ciudad iluminarse con fuegos artificiales. Fue un momento único. Esta vivencia nos ofreció una perspectiva que va más allá de lo superficial. Mientras en Occidente una fecha como esta se celebra con música, fiestas y licor, para las personas a bordo de este ferry, era un día más en sus vidas. No había una gran fiesta o un conteo regresivo. Esto nos enseñó a valorar las cosas desde otra óptica, a entender que la felicidad no es un evento ruidoso, sino una vivencia personal. No perdimos una tradición, ganamos un conocimiento.

La llegada a Medan: Caos y amabilidad

En la mañana del 2 de enero, llegamos al puerto de Medan (Belawan). Dentro del barco, nos pareció muy curioso que se vendieran boletos para los buses que nos llevarían al siguiente destino. Al bajar, el caos era abrumador. Una multitud de personas y una gran cantidad de buses se agolpaban en el estacionamiento, y nos fue muy difícil ubicar el nuestro.

Sin embargo, una vez más, la amabilidad de la gente local nos salvó. Curiosos por saber qué hacíamos allí, nos preguntaban sobre nuestro viaje y, una vez que supieron nuestro destino, hicieron lo imposible para que lográramos encontrar nuestro bus y nos ayudaron a subir a bordo. Así, con la ayuda de extraños, emprendimos el viaje a Pematangsiantar, donde una nueva aventura de voluntariado nos esperaba.

Reflexiones de nuestra aventura

Esta travesía por Indonesia nos mostró que viajar es mucho más que visitar lugares; es un acto de introspección y crecimiento. El viaje de Yogyakarta a Sumatra nos ofreció un profundo contraste cultural, pasando del ritmo más tranquilo a la inmensidad de Yakarta. Pero lo más significativo fue la experiencia en el ferry. Celebrar el Año Nuevo rodeados de gente local nos enseñó a vivir y asimilar la vida de una manera diferente. Nos dimos cuenta de que la verdadera aventura es la que nos saca de nuestra zona de confort y nos enseña a valorar la bondad humana y a entender que la vida, en cualquier rincón del planeta, puede ser una fuente de aprendizaje constante.

Consejos Útiles de Nuestra Ruta por Indonesia

  • Empaca tu Paciencia: Habrá momentos de caos, como al buscar el bus en el puerto. Mantén la calma, respira y confía en el proceso.
  • Planificación Terrestre: Siempre planifica tus viajes con antelación, ya sea por bus o metro. Utilizar aplicaciones locales como Mitra Darat es una gran opción.
  • Viajes en Ferry: Si decides viajar en ferry por Indonesia, investiga con calma y pregunta por las diferentes modalidades de acomodación. No asumas nada.
  • Elige lo Auténtico: Viajar en transporte local, aunque parezca caótico, es la mejor manera de sumergirte en la cultura y vivir el día a día de la gente.
  • Abre tu Mente: Permite que las experiencias te saquen de tu zona de confort. Es en esos momentos donde ocurre el verdadero crecimiento y las lecciones más valiosas.
  • Confía en la Gente: Si bien la barrera del idioma puede ser un desafío, confía en la amabilidad de los indonesios. Su disposición a ayudar es inmensa.

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